Los 10 Mandamentes

(o mis pesadillas hechas realidad)

Yo soy muy macho. Nunca le tuve miedo a nada. Ya, de pequeños, mis amigos le tenían miedo al Hombre del Saco. Yo, no.Yo supe ganarme su respeto con una hábil trama de chantaje:

Me limité a decirle que si se atrevía a atemorizarme, le enseñaría a su esposa unas fotos comprometedoras.

Me dejó en paz.

Lo cierto es que nunca tuve en mi poder esas fotos comprometedoras... Pero si hay algo seguro, es que todos tenemos nuestros trapos sucios (yo mismo, en toda mi perfección a lo "anuncio de Nestea", he de reconocer que, estando de viaje por Asturias, llegué a sentirme atraído por una vaca... Lógicamente nuestro amor era imposible, puesto que yo vivo en Madrid, pero seguimos hablando por correspondencia). Y es a eso a lo que tengo miedo: a desvelar mis trapos sucios y mi intimidad en un blog. Por otra parte:

¿Qué me aporta tener un blog?

Ya sé que es un sitio donde escribir lo que me de la gana, dejando mis vergúenzas al descubierto, para que lo vea todo el mundo... Algo así como un diario abierto a todos; como una cámara que enfoca al confiado usuario que va a defecar en lo que él cree, un "seguro" aseo público...

Así, al menos, puedo engañarme a mí mismo, sintiendo que

a alguien le importan mis chistes de cosecha propia al estilo:
"¿Por qué los atletas no tienen pelo en las pelotas?"
"¡Porque corren que se las pelan!"

Así, podré aislarme de la realidad en mi burbuja virtual. Me compraré unas gafitas redondas y frecuentaré locales de moda, rodeado de preciosas mozas hechizadas por una frase: "Sí, encanto: tengo un blog.". Vestiré de negro y me dejaré perilla, y me pondré un par de anillos de oro.
(En la foto, ese seré yo haciéndome el interesante por el hecho de tener un blog, tras el intento frustrado de desarrollar una perilla digna).

¿Por qué los anillos de oro? Es lógico: se trata de la evolución correspondiente al típico macarrilla de playa que colecciona pulseras que le han ido regalando sus fans (lo que él no cuenta es cómo tuvo que andar suplicando por cada una de esas míseras pulseras, hasta que, por pena o por que las dejaran en paz, las pobres chicas se las regalaron").

Y yo, en la creciente popularidad de mi blog, deberé dedicarle más tiempo, abandonando, por lo tanto, toda actividad física correspondiente a mi corta edad, y criando una barriga del copón. Pero no me preocupa, porque "la barriga añade categoría al blog, cielo" (o eso diré a esas preciosas mozas).

Visto de esa manera, no tengo nada que perder.

Está decidido: Haré mi blog y me prepararé para una vida de artista francés, a lo bohemio, con cócteles, fama, risas, hipocresía, orgías a mansalva y alguna que otra condena por injurias a la Corona (no al Rey: a la Corona).

Llegó el momento de madurar: olvidaré todas esas veces que he utilizado caritas a lo "xDDDDD", "xDxDxDxD", o "XXX (d)" (aunque soy un poco joven para esa última).

Para terminar: ¿por qué puñetas (con perdón: olvidaba que ahora ya no puedo decir tacos) se le llama blog?

No es que a mí se me ocurran nombres mejores, pero por Dios (o Woody Allen, que es lo mismo)... ¿Blog?

¿Tenían que llamar a esto "Blog"?

Es el sonido que produce alguien cuando va a vomitar. Incluso, en las proporciones agua-tierra adecuadas, concuerda perfectamente con el sonido de una bota hundiéndose en el barro.

Definitivamente, da asco pensar en un blog. Yo, puestos, le habría puesto algo así como "Glup", "Achís" (no confundir con la variante adictiva que empieza por "j"), "Cof, Cof", o incluso "Ding Dong"... Cosas de la humanidad.

Gracias.